viernes, 13 de mayo de 2011

¿Y mis moscas muertas?

Este dios que no juega a los dados decidió, tal día como hoy, hacerme partícipe de dos experiencias negativas: primero un camión cargado de cajas con botellas vacías de Coca-Cola me estalla el parabrisas de una pedrada, y después resulta que mi última entrada en este blog ha desaparecido. Y lo peor es que por culpa de un entrenador portugués ya no puedo mirar al cielo y preguntarme el porqué con un mínimo de dignidad. Y mañana toca trabajar. Qué asco.

EDITO: Entrada recuperada. Mala suerte. 

jueves, 12 de mayo de 2011

Moscas muertas


Dos días después de insinuaciones, mi nueva compañera decidió barrer las decenas de moscas muertas y el polvo de la oficina. Para colmo, me convenció para meter agua en un cubo y pasar la fregona. Con los cristales no transigí. Lo del polvo reconozco que quedó bien, pero esas moscas eran el mejor símbolo posible de la empresa y de nosotros mismos. Esta oficina ha perdido todo el significado para mí sin ellas.

Me voy para casa.

miércoles, 13 de abril de 2011

Con los perdedores del mejor de los mundos, de Günter Wallraff


Hace cuarenta años, cuando empecé a hacer este trabajo, no sólo yo, sino tal vez la mayoría, esperábamos avanzar sin pausa hacia un mundo más humano y más justo. Con mis reportajes y mis libros todavía quiero contribuir a que ese proceso siga adelante, aunque ahora con un escepticismo cada vez mayor. En los últimos años hemos vivido muchos retrocesos: la injusticia ha aumentado y las condiciones de vida no se han vuelto más humanas, sino todo lo contrario.
De la mano de la nueva desprotección llega la desvergüenza con la que se enriquecen los altos directivos y determinada especie de ex cargos políticos, una clase a la que sólo le interesa su propio bienestar, la mejor colocación posible, los ingresos de capital y dinero y los privilegios fiscales. Esa “sociedad paralela”, verdaderamente asocial y formada por auténticos sinvergüenzas, se proclama abiertamente ganadora mientras millones de desclasados creen que su pobreza, de la que no son culpables, es motivo de vergüenza.

Esta es una de las conclusiones a las que llega el periodista alemán Günter Wallraff, conocido por su método de investigación: disfrazarse para investigar desde dentro. Lo que en Alemania ha generado su propio verbo: wallraffear. Durante tres años estuvo investigando los bajos fondos de la sociedad alemana, empapándose del día a día de las personas menos favorecidas por el sistema. Se hace pasar por negro, por sin techo, por teleoperador y por trabajador de una panificadora, para mostrarnos los prejuicios raciales a lo largo de Alemania, el abandono a las personas que han perdido sus vínculos sociales y familiares y viven en la calle, la presión a la que se somete a los teleoperadores de empresas dedicadas a la estafa y la salvaje explotación laboral en connivencia con la agencia de trabajo estatal en una empresa que fabrica panes prehorneados para Lidl o de empresario que desea contratar de un abogado especialista en mobbing. Palpables demostraciones del resquebrajamiento del estado social en el motor económico europeo y del triunfo de los que denomina furiosos representantes de la política de la pobreza. Los que en España también nos dicen que tenemos que trabajar más y cobrar menos, para entendernos.

Pero Wallraff no sólo se disfraza: también recoge testimonios sobre prácticas empresariales abusivas, como en Starbucks o en la empresa de un reputado chef, o la trama de corrupción que gira en torno a la privatización de la empresa pública de ferrocarriles alemana: arruinar una empresa pública solvente para venderla y que se enriquezcan unos pocos.

Supone un relato interesante, aunque echo de menos un análisis a posteriori más profundo: o se queda en la superficie o resuelve el conflicto con preguntas abiertas, con lo que al final lo que nos queda es el fresco social que traza el periodista, que no es poco, pero que nos deja insatisfechos.

En España este hombre tendría mucho trabajo por hacer.




Entre los explotados y maltratados el miedo es tan grande que les asusta la mera idea de protestar.

miércoles, 6 de abril de 2011

Indignez vous!


Leí el libelo Indignez vous!, de Hessel Stephan, antes de que se editara en España, gracias a una torpe pero voluntariosa traducción del Colectivo sáquida. Lo leí porque en Francia lo leyeron muchos y si de algo saben los franceses es de cosas revolucionarias. Así que me descargué el PDF y en mis ratos libres (dos ratos libres en concreto: uno para leerlo y el otro para releerlo) leí las 14 páginas que revolucionaron a los franceses y que esperaba también me revolucionaran a mí.

Catorce. Las tres últimas de notas y agradecimientos.

11+3. 14.

Grosso modo, podemos decir que el libelo se divide en dos partes: una autobiográfica y otra en la que nos invita a la indignación colectiva. A la indignación de los jóvenes.

En la parte autobiográfica, Hessel nos recuerda sus años en la resistencia francesa durante la ocupación nazi y su papel en la redacción de la Declaración de los Derechos Humanos. En realidad de esto van la mayoría de las 11+3 páginas: de él mismo. Hessel Stephan es un hombre comprometido y cuyo padre era amigo de todo un Walter Benjamin (y no Walter Benjamín, como escriben los traductores), antiguo compañero de Sartre (después de leerlo dejó de ser normal, dice) y orgulloso de pertenecer a la resistencia, ese grupo de valientes que tuvo más importancia en el cine y en las canciones que en la liberación de Francia. Hessel Stephan es un hombre con una biografía de peso. La otra parte del PDF consiste en las razones por las que debemos indignarnos: la pérdida de los valores republicanos (es un francés escribiendo para franceses), la polarización de la sociedad, el capitalismo salvaje, etc. Todo ello puesto en relación con todo aquello por lo que peleaba la resistencia. La diferencia, como Hessel nos ayuda a apreciar, es que en los años cuarenta los nazis iban en tanque y con cascos de acero en la cabeza, y hoy en día el enemigo no es tan visible. Es una de sus más agudas observaciones.

En definitiva: catorce páginas de biografía (aburrida) y lugares comunes sobre la crisis. Lo que resulta indignante es que algo de tan poca enjundia esté haciendo tanto ruido.

martes, 1 de marzo de 2011

Exxon Mobile España


Un ejemplo de cómo las grandes empresas se las arreglan para no pagarnos impuestos: Exxon Mobil España, la filial de Exxon Mobil en nuestro país, ganó casi 10.000 millones de euros y no pagó ni un céntimo en impuestos. Tiene un solo empleado.

¿Fraude? No: es perfectamente legal. La multinacional se apoya en un privilegio fiscal que pretende impedir que las empresas extranjeras tributen por partida doble: en la filial y luego en la matriz. Lo que sucede es que los contables de las grandes corporaciones conocen los resquicios fiscales por los que evadir impuestos. Y no sólo evadirlos: en 2009 les pagamos 1,5 millones de euros.

Ya hace años que sabemos que las multinacionales se las arreglan para que su saldo global con los fiscos nacionales les salga a 0 o positivo. Pero es la primera vez que me encuentro con que España es el paraíso fiscal.

Último dato: el único empleado de Exxon Mobil España tiene un sueldo en torno a los 44.000 € anuales. Una miseria para el empleado más productivo de la economía nacional.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Porcentaje y estadística.

Resulta inquietante pensar que vivimos en un país con una tasa de paro por encima del 20% de la población, duplicando la media europea: solo nos siguen de cerca Letonia y Lituania, con una tasa de parados del 18%. Si echamos una mirada más allá del suelo europeo, encontramos que nuestra tasa de paro es semejante a la de Mozambique (21%), Irak (18%), Sudáfrica (23%), Gabón (21%), Sudán (18%)…

Aun hay datos peores: el porcentaje de pobreza en España alcanza al 20% de la población; no nos podemos comparar con México (13%) o Francia (6%) o Alemania (11%); ni a Chad (80%), Colombia (49%) o Venezuela (37%); pero estamos al nivel de Argentina (23%), Rumanía (25%), India (25%), Paquistán (25%), Irán (18%), Turquía (20%), Argelia (23%) y un largo etc. El 70% de los hogares españoles se las ve canutas para llegar a fin de mes. Esto nos convierte, junto a Portugal, en el estado más injusto de Europa, con las mayores diferencias entre ricos y pobres del continente.

Esta polarización de la renta está además en progresión: entre 1995 y 2005 los beneficios empresariales crecieron un 73%; los salarios, en cambio, perdieron un 4% de su capacidad adquisitiva, algo sin parangón en las 30 primeras economías del mundo. Y sí, la estadística dice que estamos entre los más ricos del mundo; pero ya sabemos lo que dice Umberto Eco de la estadística: la ciencia en la que si yo me como dos pollo y tú ninguno, resulta que nos hemos comido uno cada uno. Aquí unos cuantos se están zampando demasiados pollos.

jueves, 13 de enero de 2011

Algunas consecuencias de la ley Antitabaco


La nueva legislación antitabaco ha generado bastante material de discusión, pero en general ha sido bien aceptada por la población, acostumbrada al progresivo acotamiento de los fumadores en el ámbito público. Sabemos que en poco tiempo encender un cigarro en un bar será un acto tan incívico como lo sería encenderlo en un cine o en un aula, por más que algún lúbrico alcalde nos diga que este es el paso previo a los campos de exterminio nazis.

Por eso no me interesó el tema. Un debate con muy poco futuro.

Y no me había parado a pensar en la prohibición de fumar en lugares públicos cerrados hasta que ayer, cerca de la medianoche, me encontré con un fenómeno en el que no había reparado: frente a uno de los tres prostíbulos por los que paso en el corto trayecto que recorro desde mi garaje hasta mi casa, había un corrillo de cinco o seis putas, pitillo en mano, falda muy corta y lengua de país con pasado comunista, que habían sido expulsadas a la calle por la ley. ¿Ya no se podía fumar en los lupanares? ¿Incluso en esos lugares “casi” al margen de la ley la prohibición se seguía a rajatabla? Me pareció algo insólito. Prueba irrefutable del éxito de la medida.